martes, mayo 30, 2006

Anegados...


Algo que no hemos contado todavía de Bogotá, es que llueve casi todos los días, a veces muy poco, y otras es un verdadero diluvio. La cosa es que nunca se puede saber cómo va a estar el tiempo, porque amanece maravilloso, y a los 15 minutos se nubla, llueve, y vuelve a salir el sol. Nunca hace ni mucho calor, ni mucho frío. No queda otra que acostumbrarse y andar trayendo siempre paraguas en la cartera.
El sábado pasado era nuestro día top. La jefa nos invitó a almorzar a su casa, que recién terminó de construir, chorísima la casa, y en la noche estábamos invitados a almorzar a la casa del cónsul chileno. Ese día comimos realmente como contratados, como si no fuéramos a comer nunca más. Lo penoso es que no se acumula, porque al día siguiente amanecimos con hambre, como siempre... jajaja.
Bueno, después de casi acostumbrarnos a la buena vida de ricos y famosos, llegamos a la triste realidad... nuestra casa se había inundado con la lluvia!!! todo tipo de elegancias quedaron de lado, y cuál cenicientas empezamos a trapear el piso...