viernes, noviembre 02, 2007

Historias de Niños Recicladores de Bogotá: En las colinas aún existen tesoros enterrados.


Sorprendente, convicente y directos son los mensajes de los niños en las Jornadas de Movilización


Entre todo lo que tildamos como basura, los hermanos Carlos y Henry, buscan la comida



ÉSTAS SON ALGUNAS DE LAS HISTORIA DE LOS NIÑOS QUE TRABAJAMOS...
TRABAJAMOS PARA QUE ELLOS NO LO HAGAN
EN LOS CERROS DE BOGOTÁ, AÚN HAY TESOROS ENTERRADOS
A los cinco años asumieron responsabilidades de grandes. Convencidos de que aunque fuera de noche, el día de trabajo ya comenzaba, escondieron su futuro junto a la basura que cambiaban por comida. Hoy Proniño, a través, de un programa integral de escolarización, se hace cargo de estos sueños, algunos olvidados y les devuelve, de a poco, la infancia que por obligación les tocó regalar.


Carlos tiene 8 años, cuando se le pregunta qué quiere para su futuro, se queda mudo, mira al suelo y aprieta firme sus manos contra la silla de un salón de clase, que apenas conoce. No se trata de falta de imaginación o pereza, sino que no a diferencia de muchos niños de su edad nunca tuvo tiempo para pensarlo. Tampoco pudo jugar al que hoy a descubierto como su activada preferida: los policías y los ladrones y, a ser de los buenos, que pillaba a los malos. Desde los cinco años que aprendió a enterrar cerca de lo que todos dejamos, sus sueños. Primero partió en los basurales, tratando de encontrar cualquier desecho que para él fuera “reutilizable”, luego y si la suerte estaba de su lado, le tocaba seguir el recorrido de los camiones para ir recogiendo los cartones, que más tarde se los vendía al patrón. Toda una rutina confabulada con sólo un objetivo: robar su infancia.
“Lo que menos me gustaba de recoger es que no teníamos guantes y muchas veces te encontrabas con agujas o vidrios rotos que te pinchaban. “Era la única opción para buscar algo de comida”, comenta.
Son 50 de estos niños y de estas historias que se cuentan en los cerros de Ciudad Bolívar, y que gracias al gracias a la ayuda de Proniño, que desde febrero del 2006, junto a la Alcaldía Mayor y a organizaciones locales, firmaron el “Pacto por los niños recicladores de Bogotá”.
Yo recién entré al colegio el año pasado, ya que antes no lo podía hacer”, comenta Henry, otro de los niños beneficiados. “No lo pude hacer antes, porque, mi mamá perdió los papeles”. Hoy se encuentra feliz en primer grado y recuerda con tristeza los días en que le tocaba reciclar.” En ves de estudiar, tenía que dedicarme a recoger cartones, que se encontraban sucios y no me gustaban. A veces, salía con mi papá, pero cuando estaba solo lo que más me asustaba era que me pillara el bienestar familiar y me llevara la policía”
Seis años y seis hermanos tiene Jenny, quien ingresó a Proniño como medida preventiva. “En mi casa me tocaba tender la ropa si había reguero, hoy no me gusta hacer eso y prefiero ir a estudiar”. Cuando grande me gustaría ser doctora para ayudar a los niños de Ciudad Bolívar. Lo que más me gusta del colegio es estudiar y hacer tareas. Leer, hacer planas y las sumas”, asegura.
En Bogotá, hoy, más de 3891 familias viven del reciclaje y el 33 por ciento de estos “trabajadores” son menores de 16 años.

2 Comments:

At 7/11/07 08:30, Blogger Arturo Celedon said...

Ta buenisimo chiquillos!!!
gracias por dejarnos conocer la importancia de su trabajo.
Animo que se puede!!!

 
At 12/10/11 22:28, Anonymous Anónimo said...

muy bueno conocer estas historias
pero que tristeza que tengan que hacer eso ya que es su unica manera de sobrevivir pero sin embargo estudian que es una execlente actidud

 

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